El periodismo de violencia entre influencers y el deber ser

Un nuevo ecosistema obliga a hacer un periodismo comprometido que ofrezca respuestas a los grandes debates sociales

En los últimos años una de las frases que más se ha dicho sobre el periodismo y las redes sociales es que el paradigma se rompió, que la forma tradicional de acceder a las noticia cambió ante el surgimiento de periodistas ciudadanos, influencers, creadores de contenido, blogueros, podcasteros.

Con el avance de las tecnologías el ciudadano asumió un rol protagónico en la noticia. Gracias al uso de los teléfonos celulares se hizo partícipe de los hechos y pasó de ser testigo a reportar los acontecimientos y compartirlos a través de sus redes sociales y servicios de mensajería.

Las redes sociales arrebataron el monopolio informativo a los medios tradicionales y democratizaron las comunicaciones. La nueva forma de conexión implicó una pérdida para los medios.

Hoy en día la noticia vuela a través de cientos de medios digitales y de las redes de la mano de productores de contenido y de sus seguidores, los usuarios las comparten y muchas veces en el camino la noticia termina contaminada, deformada o intencionalmente alterada.

El nuevo ecosistema del periodismo de sucesos
En este nuevo ecosistema, cuál es el papel del periodismo, ante la ola de noticias falsas, ¿cuál es el papel de los medios de comunicación tradicionales?

En Venezuela el cierre de fuentes impactó notablemente en la cobertura de distintas áreas del periodismo, en el caso de los sucesos el repentino silencio de las fuentes oficiales obligó a los periodistas a reinventar la cobertura de la violencia, desde el establecer bases de operaciones en las principales morgues y hospitales del país, a cambiar las vocerías.

Esto unido a la consolidación de las redes sociales como fuentes noticiosas, llevaron al surgimiento de los agregadores de contenido, medios que se limitan a republicar lo que otros escriben y en oportunidades a repetir sus errores.

Paralelamente el periodismo de sucesos fue evolucionando hacia áreas más especializadas dedicadas al estudio de cifras, datos, con plumas dedicadas a contar las historias como cronistas de violencia, analistas de tendencias, entre otros caminos recorridos.

Así nuevas fuentes dieron su voz en para contar desde una nueva perspectiva la violencia capitalina, un nuevo ángulo que le quitó el protagonismo del suceso de las manos del Estado y se lo dio a especialistas, sociólogos, psicólogos, criminólogos, médicos, ingenieros, ex oficiales, estudiosos de migraciones, religiosos, voceros de organizaciones no gubernamentales, activistas por los derechos humanos, y por supuesto las víctimas cobraron la relevancia que requerían.

La visión de la violencia se amplió más allá del operativo policial o del hecho criminal. El panorama más amplio brindó una mejor comprensión de la violencia y la somete al debate público.

Especialización por encima de seguidores
Sin embargo, Javier Ignacio Mayorca, periodista especializado en crimen organizado y criminalística, acusa la existencia de una competencia desleal en la que nuevos actores, valiéndose de las libertades que imponen las redes sociales, pretenden presentarse como periodistas aunque no lo sean.

“Nos encontramos ante lo que el filósofo español Fernando Savater llama el efecto igualador de las redes sociales, mientras los periodistas se forman y se especializan cada vez más para hacer su trabajo, en las redes sociales otras personas con apenas formación son igualados ante la opinión pública, se trata de una barrera difícil de superar, ya que un generador de contenido al no tener mayores limitaciones éticas, como las que debe tener el periodista, usará cualquier camino para cumplir su objetivo”.

Un camino en dos sentidos
Sandra Guerrero, periodista de amplísima experiencia en el área de sucesos, recuerda que el periodismo es un camino en dos sentidos, “nos nutrimos de la información que nos dan las fuentes y las fuentes se nutren de lo que publicamos”.

“La investigación periodística nos permite alertar a la ciudadanía sobre lo que ocurre, cuando entrevistamos a los funcionarios y difundimos los casos cumplimos nuestro rol ante la sociedad, podemos citar las estafas, hay muchos mecanismos para estafar a la gente, pero si los funcionarios no dicen lo que está sucediendo, la gente seguirá siendo víctima, cuando ellos hablan y dan alertas, se puede sembrar conciencia y evitar que multiplique el delito”.


Enfrentando la realidad
De acuerdo a un estudio realizado por el Pew Research Center, al menos 62% de los norteamericanos señalaron que las redes sociales son su principal forma de acceder a las noticias y al menos 25% se entera a través de los podcast, lo que refleja nuevos hábitos en el consumo de información.

Mayorca agrega que “en Venezuela hay dos grandes vías de consumir información: redes sociales, Twitter Facebook e Instagram como canales principales y redes de mensajería, WhatsApp, como canales secundarios, la televisión y los medios convencionales, por desgracia, quedaron en tercer plano”.

En la lucha por la preferencia del lector digital se sacrificó la calidad de la información por títulos tendenciosos, amarillistas, clickbait, palabras clave, lo popular se impuso sobre lo importante, las celebridades de turno son más vistas que hechos trascendentales, al final tenemos una línea de información débil, homogeneizada, con pocas visiones propias, que no llama a la reflexión.

Al respecto aconseja ser muy selectivos a la hora de creer lo que se recibe, lo que implica tener una noción sobre qué es información y qué no. Aunque a veces predomine la confusión, hay que hacer un esfuerzo mental por acercarse a las informaciones, ver qué grado de credibilidad tienen los emisores, ver el manejo de fuentes en esas informaciones y descartar las basadas en el anonimato, o las que estén no delineadas por sectores de conocimiento.Fuente:EU

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